Cusco Social
personajes, eventos, emprendimientos, sociedad, arte y cultura de una ciudad vibrante
Los primeros libros-guías del Cusco
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Libro-guía es un género de escritura que nace y prolifera a la par con la aparición y el crecimiento del turismo. Ayuda al visitante, que no siempre viaja acompañado de un especialista, a recorrer una ciudad o una región, conocer sus monumentos y atractivos, planificar sus desplazamientos y estadías, calcular sus gastos y evitar eventuales peligros y contratiempos. Las primeras guías turísticas del Cusco comenzaron a publicarse en el siglo XX, pero sus raíces se extienden por varias décadas hacia el pasado.

Fernando Armas Asín, en su amplio e informativo libro Una historia del turismo en el Perú, menciona como precursora de guías turísticas la publicación anual llamada Almanaque Peruano y Guía de Forasteros, que salía entre 1799 y el fin de la colonia bajo el patrocinio del gobierno virreinal. Aunque los desplazamientos de viajeros extranjeros por los dominios españoles en las Américas estaban en aquel tiempo restringidos, el Almanaque servía como herramienta práctica y necesaria para comerciantes, funcionarios del Estado, diplomáticos y estudiosos, muchos de ellos provenientes de la metrópoli o de diferentes rincones del imperio. Almanaques similares salían también en España y en otros territorios coloniales.

Las “guías de forasteros” brindaban datos geográficos, información sobre el clima y fenómenos naturales, calendario religioso y a veces reseñas históricas. Su parte clave, que se actualizaba de un año a otro, eran los listados de autoridades en las principales localidades del país, para que el viajero en todo momento supiera a quiénes dirigirse por diversos asuntos de índole oficial. Durante la república, este mismo tipo de publicaciones seguía imprimiéndose bajo el nombre Calendario y guía de forasteros de Lima, aunque incluía también información sobre diferentes departamentos del país, incluido el Cusco.

En 1833 y 1834 salieron las primeras versiones regionales, llamadas Guía de forasteros del departamento del Cuzco, dividida en tres partes, política, eclesiástica y militar. Su autor fue Pedro Celestino Flores, educador, periodista y político cusqueño. Escribía para el periódico El Triunfo de la Libertad, enseñaba en el recién creado Colegio Nacional de Ciencias y participó en la elaboración de la Constitución de 1834. Su guía va mucho más allá de un seco recuento de las autoridades y datos político-administrativos. Ahonda en sucesos históricos, da someros bocetos etnográficos y describe algunos monumentos antiguos. Así, por ejemplo, se refiere a Ollantaytambo:

Por todas partes se ven vestigios de edificios antiguos. El primero que lleva la consideración es una inexpugnable fortaleza que está en lo alto de un cerro inmediato a Tambo, construida de unas enormes peñas irregulares colocadas sin mezcla de cal ni yeso, y encajados sus ángulos con admirable ajuste, de suerte que causa más sorpresa al observador que llega a meditar cómo los arquitectos incas sin nociones de maquinaria, ni principios fijos de arquitectura, ni instrumentos para labrar piedras hubiesen hecho maravillosos edificios. Tiene puertas, plazuelas y baluartes simétricamente dispuestas. Se sube por unos andenes o escalones anchos y largos que tienen callejones y terraplenes bien hechos. A corta distancia hay dos castillos que, al parecer, debieron servir de avanzadas.

Está claro que el autor esperaba de sus lectores, además de inquietudes prácticas, algún interés y curiosidad hacia el legado histórico y las antigüedades de su tierra.

Otro tipo de escritos que podría considerarse antecedente de guías turísticas agrupa los libros de viajeros de diferentes partes del mundo, quienes desde los inicios de la república venían a contemplar la legendaria capital del Imperio Inca. Los autores más famosos del siglo XIX son el francés Paul Marcoy, el inglés Clements Markham, el norteamericano Ephraim George Squier y el austríaco-francés Charles Wiener. Todos ellos dejaron textos narrativos y descriptivos de sus travesías, acompañados de abundantes ilustraciones gráficas. Cada siguiente viajero, al preparar su futuro itinerario, trataba de familiarizarse con los apuntes de sus antecesores. De este modo, los libros en cuestión también servían como guías prácticas para las nuevas generaciones de viajeros. En todos ellos, en cada uno a su manera, trasluce una viva atención y admiración hacia los monumentos cusqueños y los usos de la gente local, vistos con ópticas propias de observadores externos.

Una singular fusión de “guía de forasteros”, relato de viaje y compendio estadístico es el libro El Cuzco y sus ruinas de Hildebrando Fuentes, que salió de imprenta en 1905. Fuentes, distinguido político, jurista e intelectual limeño, profesor de San Marcos, amigo de Andrés Avelino Cáceres, en diferentes momentos de su vida desempeñaba cargos de prefecto en varias regiones del Perú. Entre ellas, le tocó Cusco. De su breve estadía en esta ciudad, al parecer, nació un afecto especial por esta tierra, lo que lo impulsó a escribir este voluminoso compendio, donde números, distancias, apuntes sobre logística y economía, se mezclan con párrafos de corte literario que esbozan paisajes, costumbres, retratos y leyendas sobre las glorias de antaño.

En los albores del siglo XX los inicios del turismo como fenómeno social de gran alcance en las Américas coinciden con la aparición de guías turísticas propiamente dichas. En Europa ese proceso se dio algunas décadas antes. Un ejemplo arquetípico es la Guía práctica de América Latina (Practical Guide to Latin America) de Albert Hale, impresa en Boston en 1909 y destinada principalmente al público estadounidense. Muestra el continente “al vuelo de pájaro”, donde al Perú le corresponden siete páginas, y al Cusco exactamente seis líneas:  

Cuzco. Población 26 000. Altitud 11 079 pies. Sagrada histórica capital inca, conquistada por Pizarro, 1534. Interesantes restos incas y una antigua universidad, una de las cuatro en el Perú. El ferrocarril será extendido por 150 millas hacia el noroeste, para empalmar con la vía que viene de Cerro de Pasco y Huancayo, pasando por el famoso campo de batalla de Ayacucho.

Solo esto.

Más extensa y generosa en sus apreciaciones es la guía de Annie Peck, publicada en 1913. Entre los dos libros, el de Hale y el de Peck, habían transcurrido tan solo cuatro años, pero en este breve lapso sucedió algo que cambió radicalmente la imagen global del Cusco: el llamado “descubrimiento” de Machu Picchu y la seductora publicidad que se le dio en la revista National Geographic.

Es inútil especular cuál fue la causa y cuál el efecto: si la fama de este impresionante monumento, que adquirió de inmediato la pegajosa etiqueta de la “ciudad perdida de los incas”, impulsó el flujo turístico, o si el propio “descubrimiento”, cristalizado en una fulminante campaña publicitaria, fue producto del pujante turismo global en busca de nuevos destinos exóticos. Sea como fuese, el año 1911, y más aún el 1913, cuando salió el famoso número de National Geographic dedicado íntegramente a este “hallazgo”, marcaron un antes y un después en la cronología del Cusco y el renacer de su fama universal.

Annie Smith Peck, la autora del libro El Tour Sudamericano (The South American Tour) era una conocida montañista estadounidense, una de las primeras mujeres que asumió este difícil reto, escalando altos picos en Europa, Asia y las Américas. En el Perú subió el Huascarán y, además, hizo un vasto recorrido por el continente. La portada de su libro anuncia orgullosamente que las fotos que lo ilustran fueron, en su gran mayoría, fueron tomadas por la propia autora durante sus peregrinajes.

Desde las primeras páginas se hace claro que no es un clásico libro de viajes de exploración del siglo anterior. Las palabras “turismo” y “turistas” se usan aquí con holgura. Los turistas en el continente americano ya se habían consolidado en una nueva especie de seres errantes, movidos por la curiosidad, la sed de nuevas experiencias, el afán de distracción y fuga de las tediosas rutinas. El texto introductorio abre así el tomo:

El interés por América Latina está creciendo tan rápidamente en todo el mundo, y especialmente en los Estados Unidos, que una guía descriptiva de este tipo sobre las regiones comúnmente visitadas por los turistas se ha convertido en una necesidad real; el trabajo de Miss Peck es una contribución práctica y oportuna a la literatura de la época.

Conforme lo anunciado en este prefacio, el libro de Peck brinda una serie de observaciones y consejos prácticos sobre logística, transporte, alojamiento y otros pormenores útiles. Lamenta el estado incipiente de la infraestructura y la falta de comodidades:

Los hoteles, lamentablemente, dejan mucho que desear. La gente, en efecto, tarda en comprender las necesidades que deben satisfacerse para que la ciudad progrese y atraiga turistas y hombres de negocios.

Sobre el principal hotel de la ciudad, Comercio, opina que “puede ser soportado por una o dos noches por una causa noble” y agrega: “Uno no va al Cusco por los lujos de Nueva York o París, pero si no está contento sin ellos, debería posponer esta parte del viaje un tiempo más.”

Pasando a los aspectos culturales, Peck prosigue con un sucinto resumen histórico, probablemente sacado en buena medida de Prescott, y describe los principales monumentos: el Qorikancha, los edificios en torno de la Plaza Mayor, las iglesias más notables, la piedra de los doce ángulos y Saqsaywaman. Repite las famosas leyendas urbanas, que siguen circulando en Cusco hasta el día de hoy, sobre los fabulosos tesoros de los incas y la hierba que ablandaba las piedras.  

Hace también una breve mención de los poblados y monumentos incas fuera del Cusco: Yucay, Ollantaytambo, Pisac, Choquequirao, Vitcos y, como la máxima joya de la corona, presenta al recién estrenado Machu Picchu. Sin embargo, aclara:

Antes de emprender tales viajes, conviene leer los relatos de otros viajeros y venir debidamente preparado, no son para el turista común. Cuando se extienda el ferrocarril de Huancayo a Cusco, una obra muy costosa cuya finalización podría retrasarse algunos años, esta maravillosa y romántica región atraerá a muchos visitantes.

En 1821 el Perú celebraba el primer centenario de su independencia. Para conmemorar esta fecha, se publicó en Cusco un extraordinario compendio de datos, conocido como Guía General del Sur del Perú, producida y editada por la Sociedad de Propaganda del Sur del Perú, bajo el patrocinio del gobierno de Augusto Leguía. Esta guía es un caso sui generis, dado que combina las características de un manual para turistas y de un vademécum para empresarios e inversionistas. Su expresa finalidad consistía en atraer a las regiones del Sur el progreso y el desarrollo, entendidos según los estándares de aquellos tiempos, ya sea en forma de turismo, comercio u otro tipo de emprendimiento. En la nota editorial previa los editores manifiestan así la finalidad de la publicación:

Esta empresa (…) cree haber conseguido un cúmulo de apuntes y datos que han de ser mayormente buscados por el comerciante, importador, exportador, industrial, artesano, el turista y legislador.

Este rejunte de información variopinta, que incluye desde atractivos culturales hasta normas legales sobre diferentes actividades económicas, por encargo de la institución editora fue reunida a lo largo de un año y medio por el empresario Alberto Rosenthal, residente en Cusco.

La información útil para turistas está separada en un acápite especial. Entre otros datos, incluye, por ejemplo, un pasaje titulado Lo que puede comprar el turista:

Muchos que visitan el Cuzco quieren llevar consigo algún recuerdo de paso por esta legendaria y tradicional ciudad. Libros: existen en la Lib. Imp. H.G. Rozas, se puede comprar dos obras de especial interés: Tradiciones y Leyendas Cuzqueñas por Clorinda Matto de Turner, a un sol sesenta centavos el ejemplar, y Apuntes para la Historia del Cuzco por el Dr. José Gabriel Cosío, a sol el ejemplar. La Universidad del Cuzco tiene en venta a precio de costo (generalmente a cincuenta centavos el ejemplar), la Revista Universitaria con tesis y artículos de carácter histórico, sociológico y antropológico de esta región. Hay pocas obras (gramáticas y alfabetos en quechua) H.G. Rozas, B. Cuadros, Imprenta Minauro, siendo las principales las del obispo Castro y del canónigo Mariano C. Rodríguez. Tarjetas postales y vistas fotográficas del Cuzco expenden H.G. Rozas, Miguel Chani, Manuel Figueroa Aznar y José Gabriel Gonzales. La colección por Chani de ochenta vistas distintas, de cincuenta centavos cada una, es especialmente valiosa. Los citados señores desarrollan (revelan) también películas. Antigüedades encuentran con facilidad, pero debe el turista cuidar mucho de conseguir algo genuino. Los más conocidos que poseen antigüedades en venta son César Lomellini y Cía., J. Olivera, Alberto Rosenthal, Braulio Hermoza, Sra. v. de Navarro y F. Caparó. Generalmente hablando, se puede aconsejar al turista pedir también al sirviente del hotel que mande traer objetos.

Así, el autor de la compilación hace discretamente publicidad a su propio negocio de antigüedades, enumerado entre muchos otros.

Además del Departamento de Cusco, el volumen contiene secciones dedicadas a Arequipa, Puno, Apurímac, Madre de Dios, Tacna y Moquegua, pero el capítulo Cusco destaca por su importancia y va primero, antes de los demás. Prácticamente la mitad del monumental libro de más de quinientas páginas está constituida por anuncios publicitarios. La publicidad comercial, que hoy vemos como un molesto ruido visual, en una publicación de hace más de cien años se convierte en una fuente histórica, que arroja una valiosa información sobre los negocios regionales que florecían aquí en la década de 1920.

El mismo año, y en relación con la misma fecha del centenario de la emancipación nacional, fue publicada otra guía del Cusco, llamada El Cuzco y sus monumentos: guía del viajero. El autor de este pequeño pero importante libro, de algo menos de cien páginas, fue fray Rosario Zárate, sacerdote dominico, historiador y literato. La mayor parte de su trayectoria religiosa y producción intelectual estuvo vinculada con Lima, donde el mismo año de 1921 levantó un plano actualizado del Convento del Santísimo Rosario y compuso una detallada guía del recinto, todo ello publicado cuatro años más tarde. Para escribir Cuzco y sus Monumentos, el padre Zárate probablemente se había quedado por un tiempo en el convento dominico del Cusco, el célebre Qorikancha, del cual muestra un conocimiento profundo.

Su guía solo abarca la zona urbana de la ciudad imperial, sin los monumentos aledaños ni Machu Picchu. Al estilo de autores eclesiásticos de la época barroca, el texto está lleno de profusos elogios a la Ciudad Imperial, y hasta algunas estrofas poéticas. Equipara el Cusco con la Antigua Roma y acentúa la grandeza de su pasado prehispánico, rindiendo al mismo tiempo tributo a su herencia hispana católica.

El libro está, grosso modo, dividido en tres partes: inca, colonial y contemporánea. El primer capítulo da un breve recuento de las edificaciones incas del centro del Cusco. Por obvias razones, trata con especial afecto y atención el Qorikancha, brindando información única sobre el lugar, cuyo origen no siempre resulta posible rastrear. Menciona al “sabio Squier”, ilustre viajero que había pasado por sus claustros medio siglo antes y, al parecer, había dejado en la comunidad religiosa como legado una duradera fascinación por el gran monumento arqueológico que se encontraba en su posesión. Es notable que uno de los ambientes incas del Qorikancha llevaba ya en los tiempos de Zárate el nombre de “Sala de turistas”.

En la sección dedicada a la arquitectura y el arte colonial, Zárate habla sobre iglesias y conventos, parroquias, palacios y casas señoriales, resaltando sus joyas artísticas y su rol en la vida religiosa y laica de la ciudad.

Además de los pasajes descriptivos, la guía abunda en listados, entre ellos el de los primeros solares repartidos a los conquistadores, el de escudos y blasones, el de plazas y puentes, el de instituciones educativas, el de notables artistas del pasado. Incluye también una sección con breves datos biográficos y menciones de personajes notables, enumerados en un orden poco consecuente: Inca Pachacútec, Ladislao Espinar, Garcilaso de la Vega, Juan de Betanzos y Miguel Grau (por el hecho de que su espada se guardaba en la Municipalidad del Cusco).

La información de índole histórica y cultural va acompañada, como es propio de una guía para turistas, con unos datos puntuales sobre bancos, hoteles y transporte (trenes y autos). También se recomiendan al visitante algunas lecturas de interés.

Siendo un texto nutrido y rico en contenidos, es al mismo tiempo bastante caótico. Al lector le cuesta adivinar una lógica detrás del orden de capítulos y secciones, y por momentos parece que se trata de una colección de apuntes sueltos, que los trabajadores de la imprenta ordenaron según su gusto y criterio.

Uno de los aportes más valiosos de este libro son los tres planos incluidos al final. El primero recrea la ciudad del Cusco en los tiempos incas y en los primeros años de la colonia, el segundo esboza el Cusco contemporáneo. El tercero es un esquema del Convento de Santo Domingo (Qorikancha), en el que traslucen claramente unos rastros del primer plano del edificio, dibujado cincuenta años antes por Ephraim George Squier, actualizado con unas mediciones arquitectónicas más precisas.

Después de estas dos representativas publicaciones, dedicadas al centenario nacional, la década de 1920 vio nacer varios otros impresos que seguían esta misma línea, todos ellos gestados y producidos en los círculos cercanos a la Universidad Nacional de San Antonio Abad.  

En 1924 fue publicado un breve pero loable escrito de Albert Giesecke, Guia del Cuzco, la meca de la América del Sur en la tierra de los Incas. Este folleto de algo más de veinte páginas es un tributo de Giesecke a su segunda patria, una contribución que cierra la memorable etapa cusqueña de su carrera, durante la cual se desempeñó como rector de la universidad y alcalde de la ciudad. La reforma universitaria en la San Antonio, que él ayudó a llevar adelante, abrió una época de nuevo pensamiento y libertad crítica en ese antiguo establecimiento académico. Giesecke era un defensor manifiesto del turismo como recurso económico y motor de integración internacional de la sociedad cusqueña. Al mismo tiempo, afirmó el camino para las ideas indigenistas que estaban por aquel tiempo en plena efervescencia.

Uno de los personajes más renombrados de esa generación, tan solo cuatro años más joven que Giesecke, era el distinguido intelectual y literato antoniano José Gabriel Cosío Medina. Su obra El Cuzco histórico y monumental: monografía de la ciudad imperial salió de imprenta en Lima en 1924, el mismo año que la guía de Giesecke. A pesar de que el título del libro en castellano reza “monografía”, desde las páginas introductorias el autor hace hincapié en que se trata de una guía turística. Simultáneamente, en la misma imprenta se imprimió la versión del libro en inglés, con un nombre más explícito, Cuzco: the historical and monumental city of Peru: traveler's guide. Probablemente es el primer caso para Cusco de un libro-guía producido al mismo tiempo en los dos idiomas, práctica que más tarde se volvió común.

Así plantea Cosío la tarea que persigue de su libro:

El autor desea que este librito sirva al viajero en el pronto y fácil conocimiento de la ciudad del Cuzco, a donde le traen la curiosidad de visitarla e informarse de las grandezas arqueológicas e históricas que atesora. No es, pues, este un grave libro de crítica histórica ni de erudición. Escrito para responder a una necesidad inmediata del turista, en forma de una guía sencilla, breve y clara, llenará su objeto si el visitante del Cuzco puede con su dirección y auxilio conocer cuanto de importante y digno de admiración posee y guarda esta ciudad milenaria, y servirle para ordenar sus impresiones y conservar sus recuerdos.

Descartando la falsa modestia, el libro de Cosío, sin duda, trasciende la función de mera divulgación cultural. Sistematiza y ordena un gran corpus de información sobre los monumentos y el patrimonio material del Cusco, presentándolo en un formato bien organizado y con un lenguaje ameno.

Su guía abarca no solo el Cusco urbano, sino también los hitos importantes en sus alrededores y en toda la región. Recomienda a los visitantes quedarse ocho días, durante los cuales se propone que conozcan la ciudad, los sitios arqueológicos del valle de Vilcanota y, en lo posible, lleguen hasta Machu Picchu.

La primera parte da un breve recuento histórico-arqueológico desde la época preinca. Hay que recordar que en la década de 1920 el pasado del valle de Cusco anterior al auge del Imperio Inca era todavía un campo casi virgen, la arqueología no había avanzado mucho en esa dirección. Aun así, el autor se esmeró por reunir los escasos fragmentos de información que estaban a su alcance. Después de la reseña histórica, en este capítulo está incluida una lista de los barrios antiguos del Cusco, sus zonas y subdivisiones.

La segunda parte inicia con unos consejos prácticos para los viajeros y les recomienda una secuencia del recorrido. Se describen al detalle iglesias, calles, plazas, monumentos y sitios arqueológicos, en el orden propuesto por el autor para su visita. Primero se trazan unas caminatas entre distintos atractivos dentro de la ciudad, luego se esboza el circuito Saqsaywaman – Qenqo – Tambomachay, le siguen los sitios arqueológicos del valle de Vilcanota, Machu Picchu, e incluso lugares tan alejados como Vitcos (Rosaspata) y Raqchi (Cacha). Para estos dos últimos lugares, los ocho días sugeridos por Cosío definitivamente no hubieran sido suficientes, dado el estado de los caminos y el transporte de la época. Esas rutas quedarían en aquellos tiempos reservadas para los visitantes más pacientes y audaces, que hubieran podido quedarse en el Cusco por un período más prolongado.

Al final del libro, a modo de anexo, Cosío agregó una especie de catálogo de monumentos prehispánicos de toda la región, distribuidos por provincias, que refleja el estado general del conocimiento sobre la arqueología cusqueña en aquel momento:

En las páginas postrimeras se ha querido dar una especie de inventario de los restos históricos esparcidos en el departamento, con designación de provincias, para hacer ver, siquiera como en un esquema, las riquezas arqueológicas que deben merecer la atención de los hombres de estudio y de los visitantes curiosos.

En 1825, al año siguiente, fue publicado otro importante libro de naturaleza similar, escrito por José Uriel García Ochoa, representante de la misma generación de educadores y pensadores cusqueños. Se llamaba Guía histórico-artística del Cuzco. Al igual que en el caso del trabajo de Cosío, se imprimió de manera simultánea en español e inglés. En la edición del texto participó Giesecke, quien ya residía en Lima, pero conservaba estrechos lazos con el Cusco.

A diferencia de la guía de Cosío, este libro no incluye Machu Picchu, tampoco el valle de Vilcanota u otros monumentos de la región más allá de de Tambomachay. Se centra en el casco urbano del Cusco y sus inmediaciones. Los monumentos están divididos según las épocas prehispánica y colonial. Sus descripciones están precedidas por los respectivos ensayos históricos. En la parte que habla de monumentos prehispánicos, la ciudad está dividida en cuatro zonas, según los puntos cardinales. Un capítulo especial está dedicado a la toponimia urbana: los nombres de calles, plazas, barrios y vecindarios.

A modo de anexo, en la última parte del libro de Uriel García está agregado el extenso artículo de Luis E. Valcárcel Cuzco precolombino: impresión panorámica. Al final de este texto complementario están recogidos los topónimos quechuas del Cusco, que en parte repiten y en parte enriquecen la lista de García. Muchos de esos datos deben haber servido como fuente a Ángel Carreño para su famosa recopilación Origen de los nombres de las calles del Cuzco colonial.

La guía de Uriel García va acompañada de un plano de Cusco, copia del plano del padre Zárate, publicada con los créditos correspondientes al autor.

Desde la década de 1930, con el crecimiento del turismo, la producción de libros-guías recibió un nuevo impulso, y su número se multiplicó; pero los primeros avances en este campo, enumerados en las líneas anteriores, siguen conservando hasta el día de hoy su valor de obras clásicas, que documentan el estado de conocimiento en cada época respectiva y los modos de su presentación y difusión. Son reflejo del rostro público del Cusco y su imagen proyectada hacia fuera.

Al final cabe mencionar que los mismos intelectuales que escribían libros para turistas a menudo acompañaban a visitantes ilustres en sus jornadas por los atractivos de la zona, antes de que se formalizara la profesión oficial de guía turístico. Así, en 1943 Uriel García, autor de la última guía del Cusco mencionada en nuestra lista, siendo senador, guió por Machu Picchu a Pablo Neruda. Así menciona este episodio el libro Cuzco - Buenos Aires, Ruta de Intelectualidad Americana:

García fue a la vez el guía seguro de cuantos intelectuales y artistas visitaron el Cuzco en aquellos años. Se lo recuerda en la apoteósica recepción a Pablo Neruda en 1943 y cómo lo acompaña a visitar Machu Picchu, generando el texto que Neruda escribiera en 1945 sobre “Alturas de Machu Picchu” y que lograra la apertura de su Canto general a todo el continente.

El escritor cusqueño Luis Nieto Degregori, cuyo padre participó en la recepción de Neruda en Cusco, comenta al respecto:

Se puede apreciar una foto de Neruda en la ciudadela incaica en compañía de Uriel García. Y entre los materiales que registran la gestación del Canto general, se informa que Neruda poseía en su biblioteca un ejemplar de una Guía turística del Cuzco de Luis E. Valcárcel. Estos dos datos, en apariencia poco significativos, adquieren toda su dimensión si tomamos en cuenta que, como señalan los estudiosos de la vida y la obra de Neruda, la visita a Machu Picchu fue gravitante para que el Canto general se extendiera no solo al espacio y la historia de Chile sino a los de la América toda.

La Guía turística del Cusco escrita por Valcárcel, breve pero concentrada, fue publicada por el Banco de Crédito del Perú en 1942, un año antes de la visita de Neruda.

Los grandes intelectuales, historiadores y profesores universitarios, entendían la importancia de la difusión de la cultura cusqueña al mundo y contribuían voluntariosamente a esta misión. Desde aquellos primeros pasos, los conocimientos han ido evolucionando y volviéndose cada vez más especializados. Por otro lado, han aparecieron muchos nuevos medios y canales de información masiva.

Aquellos escritos de hace más de un siglo, hoy ellos mismos convertidos en fuentes históricas, nos hacen recordar los tiempos cuando la palabra impresa era autoridad digna de confianza, cuando literalmente guiaba y determinaba las acciones y decisiones de las personas, moldeando su visión del mundo, siendo un faro que dirigía sus pasos por la tierra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Fernando Armas Asín. Una historia del turismo en el Perú: el Estado, los visitantes y los empresarios (1800-2000). 2 tomos. Lima: Universidad San Martín de Porres, 2018.

José Gabriel Cosío. El Cuzco histórico y monumental: monografía de la ciudad imperial. Lima: Incazteca, 1924.

José Gabriel Cosío. Cuzco: the historical and monumental city of Peru: traveler's guide. Lima: Incazteca, 1924.

Pedro Celestino Flores. Gui?a de forasteros del departamento del Cuzco, dividida en tres partes, política, eclesiástica y militar. Cuzco: Imprenta publica por p. Evaristo González. (La guía del año 1934 fue publicada bajo el mismo título en la Imprenta de M. Corral).

Hildebrando Fuentes. El Cuzco y sus Ruinas: Apuntes Geográficos, Históricos, Estadísticos y Sociales. Lima: Ministerio de Fomento, 1905.

José Uriel García. Guía histórico-artística del Cuzco: homenaje al centenario de Ayacucho. Edición de Alberto A. Giesecke, artículo adicional de Luis E. Valcárcel. Lima: Editorial Garcilaso, 1925.

José Uriel García. Cuzco historical artistic guide: in comemoration [sic] of the Ayacucho centennial. Lima: Editorial Garcilaso, 1925.

Alberto A. Giesecke. Guia del Cuzco, la meca de la América del Sur en la tierra de los Incas. Lima: Garcilaso, 1924.

Albert Hale. Practical Guide to Latin America, Including Mexico, Central America, the West Indies and South America; Preparation, Cost Routes, Sight-seeing. Boston: Small, Maynard & Company, 1909.

Elizabeth Kuon Arce y otros. Cuzco - Buenos Aires, Ruta de Intelectualidad Americana (1900-1950). Lima: Universidad San Martín de Porres, 2008.

Luis Nieto Degregori. Pablo Neruda en Machu Picchu. Quipu Virtual, Boletín de Cultura Peruana Nº173. 22/09/2023.

Annie S. Peck. The South American Tour. New York: George H. Doran Company, 1913 (otra edición: London: Hodder & Stoughton, 1914).

Sociedad de Propaganda del Sur del Perú. Guía general del Sur del Perú. Textos de Alberto Rosenthal. Cuzco, 1921.

Luis E. Valcárcel. Cuzco. Guía turística. Lima: Banco de Crédito del Perú, 1942.

Luis E. Valcárcel. Cuzco. A tourist guide book. Lima: Banco de Crédito del Perú, 1942.

Rosario Zárate O.P. El Cuzco y sus monumentos: guía del viajero. Lima: Sanmarti y Ca. Impresores, 1921.

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